Buscáis una tierra prometida,
que no existe para vosotros.
¡Ni existirá!
Practicáis lo que vivisteis
en vuestra propias carnes,
mataron y matáis a vuestros hermanos.
¡Sois los señores de la guerra!
Niños tirados en la aceras sin vida,
como vuestros casquillos de guerra.
Destruis todo y a todos en el nombre
de un Dios que no os conoce.
Tenemos terror a lo que vendrá,
no entendemos vuestros pensamientos
vuestros intereses, vuestros deseos de venganzas.
Ojo por ojo y la sangre de tus hermanos
secándose al sol.
Crujen los dientes, y los cráneos perforados
se separan del cuerpo, todo un sin sentido.
No todo se vende, no todo se compra
¿De que os vale la oración y el ayuno?
Y las banderas que levantáis.
Las armas marcaron vuestras retinas
y vuestros cerebros mutilados,
no ven las almas que claman piedad.
Piedad, piedad, señores de la guerra.
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Foto de la red.
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